¿Se acabó? Es decir, se acabó
nuestro pequeño evento. Se acabaron los talleres por la mañana:
John McWhirter con su taller de las aportaciones del trabajo de
Gregory Bateson al campo del DBM; Luis Botella con su taller sobre el
constructivismo en la terapia hoy día con el sugerente título de
“Jugando en Serio” y Gonzalo Bacigalupe con su taller del
impacto de las redes sociales en la vida familiar “Virtualizando la
Intimidad”.
Se acabó el “metálogo”
improvisado en directo por Nora Bateson y John McWhirter sobre
“Desarrollar el Legado de Bateson”. Se acabó la fascinante
charla de Nora sobre la película con anécdotas de su padre. Y
también se acabó el pase de la película en si, largometraje
documental sugerente, sorprendente y sutil.
En breve pondremos a disposición de
los que lo quieren los videos del evento....
Por otra parte comienza – o, más
bien , continua – el cometido de desarrollar el legado de Bateson.
El cometido o la tarea o la aventura o el placer según cómo se
entienda “desarrollar” y según como se comprenda “legado”.
Entonces, ¿qué quiere decir “desarrollar el legado”?
Especialmente en el caso de Bateson.
El Legado de Bateson.
David Lipset en su biografía de
Bateson “Gregory Bateson: el Legado de un Científico” (1980) ya
acuña la idea de un “legado” como una distinción
útil a aplicar a la vida y trabajo de Bateson. Seguí su guía al
elegir un tema para la jornada nuestra. El propio Lipset dice
“En años
recientes Bateson ha adquirido renombre entre los estadounidenses que
comparten sus inquietudes morales y
ecológicas. Sin embargo, esta no es la biografía de un hombre que
encontró su “nicho”, ni de uno que encajó ordenadamente dentro
de la vida social y profesional. Más bien, es la biografía de un
hombre doblemente anacrónico que estaba tanto por delante como por
detrás de su época. Para empezar a entenderle hemos de recordar la
Inglaterra entre los años 1860 y 1900 cuando la sociedad
eclesiástica fue sometida a gran presión
por el surgimiento del conocimiento, sentido del státus, roles de
género, familia y educación modernos.....en ambos lados muchos de
los implicados eran tercos y dogmáticos. Está bien conocido este
tipo de oposición rígida a la sazón entre curas y científicos y
con dolorosa tensión entre padres e hijos. No obstante había unos
pocos rebeldes obligados a reconciliar las dualidades – y, como
resultado, ellos también estaban doblemente desacompasados con sus
épocas.”
Pensemos lo que pensemos del efecto de
sus orígenes y su cultura, creo que es clave para entender a Bateson
los múltiples contextos de su vida: inglés pos eduardiano, pasó
gran parte de su vida entre estadounidenses. Casado tres veces, fue
padre de tres familias distintas. Viajero
frecuente, cambió su lugar de residencia con cierta frecuencia. Hizo
de su trayectoria profesional un alarde de pluralidad cuando la
tendencia era a cada vez mayor especialismo. Parece que nunca cayó
en el eclecticismo sino que mantenía a lo largo de su vida un
sentido holístico y de conexión – el famoso “patrón que
conecta”. Este fue quizá su mayor
triunfo.
Últimamente he leído
mucho sobre los avances biológicos de los últimos años. La
historia más reciente está llena de nombres renombradísimos como
Crick y Watson, otros no tan renombrados pero igualmente importantes
como Peter Mitchell, que describió la respiración celular
(descubrimiento de igual importancia pero quizá
no tan “sexy” como el ADN), y otros personajes fascinantes y
preclaros: Haldane, Medawar, Margulis o el propio Gustavo Barja.
Todos ellos han dejado sus excelentes productos - “por sus frutos
los conocerás” - en forma de descubrimientos, predicciones,
métodos, ideas, descripciones. En muchas disciplinas hay largas
listas similares.
Pero el legado de Bateson no está en
sus productos. O, mejor dicho, no está sólo en sus productos. Está
claro que los hubo – la teoría de la doble atadura, la
importancia de los patrones (“el patrón que conecta”), la
importantísima distinción de “noticias
de una diferencia”, la distinción de
trivial o no trivial... pero quizá para mí el legado más
importante de Bateson era la constancia de cómo vivía y cómo
pensaba, la envergadura de su pensamiento, su cuestionamiento no
conflictivo sino fascinado, su coherencia y congruencia, su deseo de
identificar qué es ser humano.
Mucho de su trabajo parece parcial o
incompleto. Creo que en su búsqueda del “esqueleto solitario de la
verdad” estaba creando no sólo sus ideas sino su manera de crear,
desarrollar y organizar esas ideas. Y lo estaba haciendo sistemática
e intensamente.
William Blake, poeta “icono” para
Bateson, dijo una vez “he de crear mi propio sistema o ser esclavo
al de otro”. Leí esa frase con unos 15 años y me impactó
muchísimo. Era la primera vez que encontraba
evidencia de alguien para quien vivir y entender la vida era de tan
fundamental importancia que no iba a aceptar nada de la parafernalia
intelectual, espiritual y artística que heredaba sin cuestionar, sin
hacerlo suyo.
Bateson compartía con Blake esta misma
necesidad, necesidad podríamos decir, de combinar al arte con la
ciencia o, dicho de otra manera, de desarrollar conjuntamente la
estética y el valor ( “lo que merece la pena”) con la utilidad y
la precisión. Esto confiere un sentido de realidad y rigor a su
trabajo - un sentido de gran potencial creado - por pocos que fueran
los productos.
No disponía de las distinciones
organizadas que ahora tenemos con DBM. Estoy pensando ahora
especialmente en el modelo de “emergencia”. Por su conocimiento
de la biología y de los sistemas, Bateson tenía un sentido la
“emergencia” y lo que es emerger pero era un sentido inmanente.
De hecho su pensamiento sobre los niveles de organización fue
siempre más bien matemático y objetivo. De haber tenido la tres
distinciones de inmanencia, emergencia y trascendencia organizadas
formalmente posiblemente hubiera podido hacer mucho más.
Aún así, mucho del trabajo de Bateson
se puede entender, retrospectivamente en
términos de “gestionar la emergencia” de las ideas y los
avances. Entendía muy bien que algunas cosas requieren tiempo y que
las razones de ser de la investigación, la financiación,
el posicionamiento de las diferentes disciplinas con sus cánones de
lo que “es” cada cosa:
En una de las Conferencias Macy, por
ejemplo se le pidió que definiera cómo pensaba que funcionaba el
juego en el caso de sus nutrias (había hecho una famosa grabación
de una nutrias jugando con un papel como “marcador de contexto”
de juego). Bateson contestó:
“Todo nuestro
pensamiento sobre el carácter de “propósito” y otras ideas
relacionadas lleva un sesgo cultural hacia el propósito que se puede
identificar como tal, y tengo la sospecha de que esta es, a menudo,
una manera demasiado estrecha de mirar lo que hace un organismo. Por
ejemplo, yo puedo decir que tengo un propósito socialmente arribista
de convencerles de la importancia de mis descubrimientos en cuanto al
juego entre las nutrias. Este sería mi propósito estrechamente
definido. O podría mencionar todo un abanico de otros propósitos
estrechamente definidos que podrían haberme traído
hasta aquí. Pero de hecho, como organismo, estoy aquí para unos
propósitos mucho más amplios que incluyen
un sentido de bienestar.”
Su preocupación por mantener el ámbito
o la envergadura de las investigaciones apropiadamente amplio (o
“completar la inmanencia”) está claro. Otra preocupación
frecuente era no cerrar la investigación prematuramente (trascender
el proceso de emergencia en producto) en pos de un resultado de
acuerdo con el canon establecido. Lipset
otra vea comenta:
“El temía y se
oponía a la clausura de las teleologías cerradas (es decir “el
juego da alivio a la tensión”) sabía que sus datos eran
inadecuados: “mi película solo sirve a modo de ilustración o
“plantea-problemas”. No creo que...proporcione respuestas en
cuanto al carácter del juego ni mucho menos”.
Bateson estaba mucho más a gusto que
la mayoría jugando con posibilidades, “enriqueciendo la
inmanencia”. Cuando vivía en Palo Alto, hacia de anfitrión de un
“seminario” semanal en su casa. Era bastante parecido a una
tertulia informal. La gente llegaba – médicos,
residentes, enfermeros: gente del hospital y algunas personas de la
zona que sentían interés. Bateson hacia de guía provocador. Uno de
los asistentes, el psiquiatra William Fry recuerda que “se
expresaban muchas opiniones fuertes y poco convencionales. Había
gente que salía bastante perturbada de esas reuniones”.
Sus alumnos en la facultad le
preguntaban con frecuencia “¿de qué habla Ud?” Recuerda Bateson
que todos los años había una especie de “queja de fondo... que me
llegaba como un rumor. Se alegaba que 'Bateson sabía algo pero que
no te dice lo que es”.
Un intercambio frecuentemente citado
ocurrió después de un seminario comparando las familias balinesas
con las norteamericanas. Un médico residente que había en la clase, superando
la incomodidad que se siente al cuestionar a los intelectuales
grandes e imponentes, le preguntó a Bateson cuánto
de la materia quería que aprendieran los alumnos.
Bateson responde:
No lo sé. Evidentemente no va a tratar Vd. a ningún balinés.
El médico: ¿O se
supone que es algún tipo de ejemplo?
Bateson (de
repente emocionado): ¡Si, así es! Algún tipo de ejemplo. ¡Hay un
principio involucrado!”.
Bateson estaba cómodo no sabiendo.
También estaba cómodo transmitiendo esto. Lo que le interesaba, lo
que quería inculcar, era la investigación completa. El proceso de
exploración que no cesaba.
Hace ya años hablé con John McWhirter
sobre la obra de Bateson y esa curiosa cualidad que parecía producir el releer
sus libros: como de estar leyendo una obra nueva y
diferente con cada lectura. Surgió en la conversación la idea de la lectura
activa “para pillar los patrones” en la manera de pensar y
escribir del autor. Me resultaba fascinante la idea y, de hecho,
reconocía que era precisamente lo que yo hacía con las obras que
consideraba literarias. Sin embargo, yo tenía a la mayoría de los
autores y sus libros – y especialmente los libros de “no-ficción”-
como meros listados de contenidos; eso sí, más o menos claramente
expresados pero contenidos al fin y al cabo: el equivalente en no
ficción de la “novela de playa”, el entorno “WYSIWYG” por así decirlo en versión
impresa.
De modo que empecé a leer a Bateson como leería a Shakespeare, John Donne o Vladimir Nabokov. El resultado fue inaudito. Creo que fue a partir de ahí cuando empecé a apreciar lo intencionado de mucho de lo que escribe Bateson como reflejo estructural de sus ideas (no solo los metálogos) y especialmente, empezaba a apreciarlo como si yo mismo hubiese escrito eso. Y si fuera a escribir eso... ¿dónde estaría? ¿con qué fondo? ¿qué habría alrededor? ¿qué estaría preguntando? ¿a partir de qué posibilidades habría elegido escribir lo escrito? ¿en función de qué criterios?
De modo que empecé a leer a Bateson como leería a Shakespeare, John Donne o Vladimir Nabokov. El resultado fue inaudito. Creo que fue a partir de ahí cuando empecé a apreciar lo intencionado de mucho de lo que escribe Bateson como reflejo estructural de sus ideas (no solo los metálogos) y especialmente, empezaba a apreciarlo como si yo mismo hubiese escrito eso. Y si fuera a escribir eso... ¿dónde estaría? ¿con qué fondo? ¿qué habría alrededor? ¿qué estaría preguntando? ¿a partir de qué posibilidades habría elegido escribir lo escrito? ¿en función de qué criterios?
Entonces hubo un cambio cualitativo y
empecé a discernir algo más del legado de Bateson.
En otro momento hablaré más de
“desarrollarlo”.
Me he sorprendido reconociéndome en ese rumor que corría entre los alumnos de Bateson cuando decían "sabe algo pero no te dice lo que es". La diferencia es que a mí me pasa con John y con Tim y la buena noticia es que cada vez me incomoda menos.
ReplyDeleteHola Vero
ReplyDeleteMuchas gracias por el comentario. Lo tomaré como halago en la parte que me corresponde.
Un abrazo
Tim
Totalmente de acuerdo. Es más, añadiría que una de las cosas que más me sorprende es descubrir que aprender a gestionar preguntas "sin respuesta" es de lo más adictivo!!
ReplyDeleteUn abrazo,
Ana
Me sumo al comentario de Verónica y al de Amedina. Y me da mucha ternura y emoción ver a la gente que empieza a experimentar, en los cursos DBM, esa sensación de no me lo ha contado todo o no me he enterado.
ReplyDeleteGracias a esta propuesta estoy iniciándome en la lectura de Bateson y lo estoy disfrutando muchísimo, precisamente por la sensación de: aquí hay mucho más de lo que ahora puedo entender y necesito ampliar, ampliar, leer más....
Hola Ana
ReplyDeleteGracias por tu comentario. Lo que es cursioso es que Bateson ni se quedaba con cualquier respuesta, ni tampoco con ninguna. El "temor de los angeles" - el no meterse deprisa y corriendo con una respuesta - creo que era, para él, una forma de insistir en la calidad de una respuesta satisfactoria que mil rápidas y probablemente irrelevantes. El placer como comentaba Richard Feynman está en averiguar las cosas no en saberlas.
Un abrazo
Tim
Hola Eva
ReplyDeleteGracias por tu comentario. Espero que disfrutes con la lectura. Aunque las traducciones a veces pueden ser un poco "engañosas". :-)
Una abrazo
Hola a todos
ReplyDeleteEsto que estáis discutiendo lo conecto con mi clase del último viernes 28 de octubre. Estábamos en la clase de Psicología del Desarrollo, reflexionando acerca de un vídeo de Jean Piaget. Como son de 1º, para facilitarles la tarea, tras una discusión libre les pasé una guía (con algunas preguntas). Lo gracioso fue cuando un grupo parecía que a los 10 minutos ya había terminado. Les pregunto qué cómo van y me responden " ya hemos respondido las todas las preguntas". Claramente, ése el problema de dar preguntas, que se puede correr el riesgo de responderlas demasiado rápido, como si sólo se tratara de completar huecos. Pronto convenimos todos que no es que hubieran respondido muy pronto las preguntas, sino más bien, habían dejado de pensar muy pronto. Estuvo bien para trabajar esta cuestión, relacionada también con la diferencia de dar definiciones frente a elaborar y formar conceptos.
Creo que Bateson era muy bueno con esto, sobre todo con la idea de hacer muy buenas preguntas y mantener el proceso de indagación. El modelo de John de Investigar, Saber, Hacer (Conseguir) siempre me ha ayudado a entender mejor este tipo de situaciones.
Por cierto Tim, excelente epílogo, aunque creo que aún tendremos más sobre esta jornada.
Un saludo
Alejandro
Hola Ale
ReplyDelete¡Cuantas caras de nécora habremos puesto - entre estudiantes y profesores - por estos temas!
Gracias por el halago aunque creo - espero - como tu que habrá más sobre esta jornada.
Saludos
Tim
Cierto. Lo que inicialmente se presenta como una incomodidad por atípico "este tío no me da ninguna solución" (perdonad Tim y John por lo de tío) se va convirtiendo en norma y, poco a poco, te acostumbras a vivir con esa incomodidad hasta que empiezas a dejar de sentirte tan incomoda (totalmente no, todavía, aunque en el fondo espero no llegar nunca) y descubres los beneficios que aporta el no tenerlo cerrado.
ReplyDeleteMe recuerda cuando por primera vez fui a buscar niscalos. Mis amigos catalanes, que ya eran expertos, los encontraban con mucha facilidad. Yo quería experimentar esa sensación. Uno, bien intencionado, me dijo, mira, ahí hay. Los vi, los recogí pero no experimenté gran entusiasmo. Otro, desde mi punto de vista más hábil, me dijo, mira por este entorno, señalándome un espacio más amplio, con determinado tipo de arboles, de terreno, de penumbra, etc, seguro que hay alguno. Me dirigí al sitio entusiasmada y activa intentando desarrollar una mirada experta y, aunque -y seguramente por ello mismo- el encuentro no fue tan sencillo como la vez anterior, la satisfacción fue enorme.
En el Master me pasó algo parecido. Un día, seguramente por cansancio, se me pasó (no la pillé) Tim, una explicación tuya. Al día siguiente me costaba mucho seguirte pues había algo que me faltaba (entonces yo todavía no lo sabía). Según transcurrió el día fui hilando y te hice una pregunta en relación a aquello que pensé que acababa de descubrir. Tu me contestaste: ¡pero si lo dije ayer! Yo respindí: pues no me enteré y me alegro de haber llegado ahí por mi misma. Eso sí, en el camino, ¡qué mal lo pasé! Nunca pensé que podría llegar a decirlo pero: ¡Tim, gracias también por esas incomodidades tan fructíferas!
Hola Laura
ReplyDeleteGracias por tu comentario.
Buscar rovellóns (¿o eran pinetells?)"amb amics catalans" (o también de otros lugares ;-)) es un muy buen ejemplo de ir acomodándose con la incomodidad inicial a medida que vas haciendo distinciones funcionales en el terreno.
Pero, creo, no es la incomodidad lo que es fructífera sino el uso que haces tu de ella.
Un abrazo
Tim